CINCO FAROLAS
A Moncho
Me tiembla la mano, está oscuro, tengo el papel con la nota toda
arrugada en el puño cerrado. Está oscuro, tengo frío, la noche se va cerrando.
Está oscuro, estoy como pone la nota, a la hora indicada, en la farola descrita
de esta calle solitaria y oscura, tan sólo iluminada por cinco farolas. Espero
que llegue el momento, a que la persona que escribió esta nota y que me la
entregó en secreto se presente. Está oscuro, tengo miedo de que no venga nadie,
que el autor de la cita se arrepienta y no acuda al lugar. Está oscuro, las
cinco farolas no alumbran lo suficiente la calle y el acerado, me veo
solitario, abandonado a mi suerte. Está oscuro, no se si seguir esperando o
abandonar esta locura, pero el misterio es más fuerte y la intriga me revoletea
en el estómago. Está oscuro y la mano me suda, la hoja donde están esas
palabras esperanzadoras se borran y el papel se emborrona con la desilusión de
no haber sido un mensajero acertado. Está oscuro, ya ha pasado una hora desde
el momento acordado, mi cuerpo se estremece con el solo pensamiento que todo ha
sido una mala broma, que nada de esto ha sido cierto. Está oscuro, mi corazón
cada vez palpita con menos fuerza, su intensidad ha disminuido
irremediablemente, está casi paralizado, el que latía fuerte y con premura
pensando que sería la persona deseada, por ese por el que se escapa cada
suspiro, por ese por el que palpita cada segundo, por ese por el que pasa
noches de desvelo. Está oscuro, me marcho, mi mente me obliga a abandonar la
aventura, olvidar esas palabras: “Te espero en la quinta farola. No me falles.”,
pero mi sentimiento me incita a seguir torturándome en la penumbra de esa calle
abandonada a su desnudez.
Está oscuro, ya es otro día, hoy recibí otra nota disculpándose y pidiéndome
que confiara en él y que hoy repetiríamos la cita. Está oscuro, como ayer me
veo abandonado entre estas cinco farolas. Está oscuro, sólo he venido porque
sigo creyendo en el amor, en la esperanza de algo nuevo. Está oscuro, a lo
lejos se ve llegar una moto, por fin, ya se acerca, ¿quién serás? Está oscuro,
al paso de la moto sólo escucho una carcajada y veo una mano señalándome en la
penumbra de aquella quinta farola. Está oscuro, ojalá se apaguen las cinco
farolas, para que nadie me vea llorando a solas.
(c) Sebastián García Hidalgo
Precioso, me encanta.
ResponderEliminarMaría.