martes, 22 de abril de 2014

DE NIÑA A MUJER





A las diez horas.
Lucía nació gordita, con casi muñones en vez de manos. No se diferenciaba bien donde se iban articulando cada una de sus extremidades. Después de pasar varias horas la niña ya tenía mejor color. Está sonrosada, su piel brilla al tensarse cuando dobla sus bracitos. Todo en su cara es alegría, al rozarle sus mejillas con los dedos se ríe y, pletórica, suelta sonoras carcajadas.

A los cuatro años.
Es su primer día de clase en el jardín de infancia. El mismo día que cumple años empieza su carrera en la enseñanza. Lucía va creciendo y a la vez estilizando. Quedan atrás esas carnes rollizas. La tez se le va palideciendo, va tomando un color más uniforme.
Aún no se viste sola, pero ya sabe lo que le gusta ponerse y lo que no.  Cuando algo no es de su agrado pierde la sonrisa y se transforma en un mohín de rebeldía.

A los diez años.
Ella no lo sabe, pero este será el día en el que todo cambiará en su vida. Los padres de Lucía tienen su última discusión como feliz matrimonio. Desde su dormitorio escucha cómo se insultan con reproches y desdenes. La cabeza bajo la colcha no le sirve para amortiguar ese martilleo en sus oídos, demasiado pequeños para aquella tortura. Tantos años de aguantar todas esas peleas le han servido para hacerse fuerte, pero no inmune.
Está muy alta para su edad pero también por etapas demasiado escuálida. Los días en que la relación de sus padres empeora ella deja de comer, se le cierra el estómago y alguna de esas rachas puede durar semanas, demasiado tiempo para una niña como ella.

A los dieciocho años.
Lucía lleva viviendo ocho años a galope entre dos ciudades, distantes más de doscientos kilómetros. Hoy cumple su mayoría de edad y desearía como regalo de cumpleaños el acercamiento entre sus progenitores. Llevan más de cinco años sin hablarse más de lo necesario  e imprescindible, que es lo relacionado a su hija. Cada uno tiene ya su vida rehecha y ella con el corazón roto y dividido.
Como no ha conseguido reunirlos a todos para la celebración, ha decido festejar con sus amigos y con su novio. Lucía es una post adolescente bellísima. Alta, delgada, de piel clara y a sus pómulos han vuelto aquellos brillos sonrosados de cuando bebé. Luis le ha devuelto la alegría y la ilusión por vivir. Reza cada noche para que a ellos no les pase lo mismo que a sus padres y que nadie sufra por su separación como ella lo ha hecho durante todos estos años.



(c) Sebastián García Hidalgo

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