martes, 12 de febrero de 2013

CALADAS




Con el cigarro en la mano camina pausadamente por la calle. Va con su abrigo largo de piel, reminiscencia de lo que fue algún día, ahora sólo es una mujer a la que todos ven pasar pero en la que no se paran a ver. Cada día sale de su casa sin rumbo en sus pasos. Sólo se detiene para dar una larga calada a su cigarrillo. Se para, se lleva el cigarro humeante a sus labios, cierra los ojos y se traga el humo. Destacan sus uñas largas color carmín. Abre los ojos para ver como salen los restos de humo por su nariz. Cuando ya no queda ni un resquicio del cigarro en sus pulmones sigue su camino. Ya no habrá nueva parada hasta que no vuelva a dar otra calada. 



(c) Sebastián García Hidalgo

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